CÍRCULO DE LA COSECHA DEL PORTAL 777 DEL 25 DE JUNIO DE 2023

      Suele sucederme, y este año se ha intensificado, que cuando va a aparecer un círculo de la cosecha, me avisan unas noches antes y me entregan la imagen de la figura e información. 

      Unas noches antes y esa misma -ya previo a ir a dormir- me avisaron de que iba a ponerse otro código. Suelo pasarlos por mi cuerpo (como tantos otros seres humanos, sean conscientes o no), es decir, la frecuencia me recorre. El día veinticinco de julio de 2023, miré por todos sitios a ver si alguien informaba, pero no vi nada, aunque sentía fuertemente que estaba colocado. Fue al día siguiente cuando alguien avisó en un grupo. Lo había visto esa mañana y lo pasé de largo, pues muchas veces hay gente que repite los círculos, y se parecía a uno de los de principio del mes. Fue cundo lo compartió esta persona que me dijo mi yo que me fijara con atención y, en ese momento, me bajó una cortina de información (una querida amiga me dice  que parezco las cataratas del Niágara, así está mi campo constantemente, bajando información y expandiendo mediante el agua, especialmente, a la red). He de reconocer que veo su movimiento, colores y, muchas veces, el sonido, la frecuencia, especialmente si son arcturianos, como en este caso.

 

      Este símbolo de la cosecha, aparecido el 25 de julio de 2023 (tercer portal 777), día fuera del tiempo de los mayas, el cero, presenta mucha simbología. Aquí explicaremos alguna vinculada con la geometría sagrada y la numerología, que, al fin y al cabo, están vinculadas desde el origen, formando parte de la Filosofía matemática.

    La figura se compone por una circunferencia central, a la que rodean otras tres más. De dentro hacia afuera, tiene que ver con simbología antigua sobre la expansión del universo desde el núcleo, sus desdoblamientos,  y, como, fractal, el ser humano. A la vez, se puede apreciar desde el sentido contrario, de fuera hacia adentro, al corazón o al origen del Universo, la Fuente. <<Como es arriba es abajo>>. <<Como es adentro es afuera>>.

 

    Cada circunferencia se configura por nueve esferas, de diámetro más pequeño cerca del centro y más grande en la posterior. Por una parte, se vincula con las experiencias del ser y del propio universo, pero también a la referencia a la materialización, a niveles de densificación (no referido a oscuridad, sino a crear materia cada vez más física), por lo que se unen tres dimensiones del ser con centro en el corazón.

           También se vincula con tres ciclos de nueve facetas. Integrar una lleva al siguiente estado hasta integrar las tres en el corazón. Así con cada una de las nueve facetas. Puede apreciarse al contrario, desde el corazón o la Fuente ir a experimentar esas facetas desde la unidad a la aparente separación, para hacerse experto en cada uno de esos puntos desde la mente divina hasta la materialización.

         Recuérdese que, desde la civilización babilónica, se considera la existencia dentro de esferas, representadas en forma plana por circunferencias. Era la manera de presentar la multidimensionalidad tanto del universo como el ser, así como la fractalidad. De este modo se comenzó a representar entre los intelectuales astrólogos, astrónomos y matemáticos

               A esto puede añadirse que cada radio, además de conectar siempre con el epicento, se configura por tres esferas, cada una con uno de los tres tamaños. Fíjese el lector que van a repetirse los números 3,6 y 9 en toda esta geometría.

           Me recuerda al verso de Fray Luis de León <<la música de las esferas>>, tomado de Pitágoras (y éste de iniciados egipcios), referido a los astros. Se recomienda buscar música en 369 hzs.

 

         Como se indicaba, se repiten los números 3, 6 y 9.

         Cada circunferencia, formada por nueve círculos, configura tres triángulos. Tres veces tres. Un primer triángulo, una llama trina, es el primer tres, que se une a otra llama trina, otro tres, por lo que juntos forman el seis. Dan lugar a otra llama trina, lo que da lugar al nueve. Así se repite el 369 tres veces, una por cada circunferencia, como la forma de creación.

         También puede entenderse como una matriz que incluye otra matriz y ésta otra matriz, tanto en lo que respecta a las esferas como a las estrellas configuradas por los tres triángulos de cada esfera, de cada plano.

         El caso es que van a formarse estrellas de nueve puntas, símbolo empleado desde antiguo, ya identificado en Babilonia. Esa estrella representa la perfección e iluminación del ser, pues el nueve es el último dígito, también es el número de las respiraciones o divisiones del universo desde su faceta femenina, magnética. Es la culminación del ciclo.

      La estrella de nueve puntas (eneagrama o noneagrama), en sus diversas versiones, ha aparecido desde antiguo pues simboliza la perfección (es la suma de tres veces tres) y cierre de ciclo, la gloria del ser,  el momento culmen de la totalidad, el todos uno. De esta manera, los templos baha´i (unidad de la humanidad) están configurados con estos lados a fin de mostrar que todos son bienvenidos a la oración, sin importar el credo. Es símbolo para los sufí, para la masonería, pero ya es empleado por las civilizaciones mesopotámicas.

     Hay que tener en cuenta que esta idea de perfección dio lugar a que diversas culturas, como la egipcia, reunieran sus dioses en grupos de nueve y, por tanto, el nueve sea una de las representaciones del camino del iniciado y que aparezca como mágico en reminiscencias incluso en los cuentos, donde se oculta mucha información para transmitir de manera oral.

       El nueve es el momento , tras completar el sendero de iniciación, de desdoblamientos y aprendizajes con el ocho, de mirar hacia atrás, y observar el camino y todo lo experimentado con cordialidad con uno mismo. Es la perfección del ser, la estrella de luz.

      Como se señalaba antes, esta geometría está construida con la base del 369 y puede configurarse la figura marcada por Tesla, el número divino de creación.

        Pero, también, ha de tenerse presente que hay tres esferas para el tres, formando 333; tres para el seis, dando lugar al 666 (que, como sabemos, realmente significa la luz solar, la fuerza o divinidad interior); tres para el nueve, 999. Por lo que el tres, el seis y el nueve multiplican sus efectos, adentrándose cada dígito en una octava más de la espiral de perfeccionamiento, de creación, de todo lo que es.

    Como la geometría se basa en el 369, vamos a tomar la numerología kryoniana canalizada por Aripka Maia. Kryon es la conciencia encargada de custodiar la membrana magnética del cosmos y de todos sus fractales (la representación de cada circunferencia o esfera).

       Kryon explica que esta faceta femenina del Todo se desdobló para experimentarse en nueve respiraciones o esferas, capas. Cada una es un número, una frecuencia que, a su vez, se presenta como un camino de seis facetas.

              Aquí nos interesan tres números o caminos: el del tres, el del seis y el del nueve. Son, además, los puntos álgidos del trayecto.

      Someramente, el tres se vincula con la dimensión del corazón crístico, cristal o diamantino –la pureza del ser-, el camino de la reconexión con el Yo superior, con el propio reconocimiento; el seis es la dimensión de la fuerza de la energía esencial femenina y el campo magnético, la conexión con la nutrición y abundancia; el del nueve es la dimensión de la misericordia (la cordialidad con el ser) y la conexión con la Totalidad.

    Por último, en este círculo de la cosecha hay la representación de un Todo, en círculos, en ciclos formados por engranajes de tres capas y una cuarta, que sería el centro. Sin embargo, cada capa está simbolizando una plantilla que ha de engranarse una a otra en el planeta y, por tanto, nos da a nosotros la posibilidad de encajar en nosotros mismos de una a otra capa, que, trabajando juntas, ofrecen el número perfecto del nueve, de la Totalidad. Es decir, cada cual, anclando su propio  trabajo interno, encarnando su ser, es pilar, engranaje para que se asiente esa plataforma, esa capa, esa frecuencia.

    Es momento de trabajar unidos, en hermandad y focalizarse en ser pilares de luz, no en las sombras. Y ya hay parte de la humanidad sosteniendo, junto a hermandades de diversos planos y la propia Gaia, a fin de que comience a encajar una de las capas que saltó por los aires en el momento en que sucedió la Caída y se rompieron los planos. Es un trabajo en equipo en que cada cual decide si suma o resta. El tejido lo formamos todos. ¿Eres de los que ha decidido sostener la luz en sí o de los que sigue con la venda en los ojos y continúa sumando oscuridad al egrégor colectivo?

    Para que este mundo sea el que queremos, hemos de ser la Nueva Humanidad, empezando por nosotros mismos.

       Aunque está junto a mí una comitiva de seres de luz, toman la palabra principalmente: arcturianos, Merlín, Kryon, Anciano de los días ( también se presenta como Anciano de los  Tiempos, Sanat Kumara, Reino de Shambala (que es uno de los que sostiene todo este proceso y engranajes), Shiva y Parvati, la propia Gaia (Su Presencia Yo soy o ser superior), Consejo siriano y la Ballena Madre.

Imagen del círculo de la cosecha de Crop Cicles Above.

Texto de Patricia Wiiiiiiiiiiiiii